Enlace a Rudolf Steiner Filósofo
enlace a Sirio Universo de Amor los septenios
Los Septenios- Rudolf Steiner August 27, 2015
LOS SEPTENIOS.
El planteamiento de Antroposofía es una
cosmovisión espiritual del ser humano, con áreas de aplicación en la educación,
en la medicina, en la arquitectura, las artes, entre otras. Particularmente,
dentro de su cosmovisión del ser humano y su desarrollo espiritual, Steiner
estableció los septenios, que es el estudio biográfico de las personas cada 7
años, y el estudio del temperamento. Steiner enuncia que el desarrollo puede
verse tripartitamente, hablando de maduración física, maduración anímica y
maduración espiritual.
Esto quiere decir que en los primeros 3 septenios (de 0 a
7 años, de 7 a 14 y de 14 a 21) lo que prima es la consolidación del cuerpo
físico de la persona, y la temática central es el conocer la vida en la cual
encarnamos. Luego, con nuestros órganos y cuerpo ya consolidados, comienza el
desarrollo anímico, entre los 21 y 42 años. Lo que prima en esta etapa es la
aceptación de la vida y trabajar en lo que uno vino a aportar a este mundo.
Finalmente, entre los 42 y los 63 (y en adelante) encontramos el periodo del
desarrollo espiritual, donde comienza la recapitulación de la vida, donde el
alma se pone en servicio del Yo, para que él pueda expresarse, junto a las virtudes
de la humildad, la aceptación y el amor.
En resumen, la Antroposofía nos plantea un camino
evolutivo de nuestro desarrollo humano, dividiendo nuestra estadía en el mundo
en tres etapas: encarnar y desarrollar nuestro vehículo en el mundo que es nuestra
corporalidad; luego, aceptar nuestra realidad y aportar al mundo lo que vinimos
a entregar; para finalmente, poder expresar nuestro espíritu y sus cualidades
en el mundo. A continuación los invito a descubrir las principales
características de cada uno de estas etapas que duran siete años, y así poder
situarnos en la que nos corresponde y nutrirnos conscientemente de ellas.
En este septenio nace el cuerpo físico del bebé, siendo
muy importante la gestación de este mismo, ya que las enfermedades que existan
en este septenio se deberán en gran medida como repercusión a cómo fue el
embarazo de la madre. Es fundamental también dos procesos que ocurren alrededor
de los 3 meses: primero es el desarrollo psicomotor del niño, y segundo, las
enfermedades que pueden entenderse como una guerra de vida y muerte: es común
que los niños tengan altas fiebres, ya que a través de esto el niño transforma
sustancias de la madre en sustancias propias. La antroposofía plantea que
mientras más fiebre tenga el infante cuando chico, más probabilidades de no
padecer enfermedades autoinmunes cuando grande. Continuando con el desarrollo
psicomotor, es fundamental también el momento en que comienza a caminar
erguido, ya que es una manifestación de la individualidad del niño, de su yo
individual. El órgano que prima en este septenio es el sistema nervioso, ya que
a través de él va desarrollando las habilidades perceptivas, tanto con la
imitación, el tacto, el movimiento, el equilibrio. Para poder fomentar esto es
fundamental instar el juego con el niño. Otro elemento fundamental es el dar
calor, ya que este posee una doble funcionalidad: primero, en el nivel físico
esto se vivencia como protección, y en un nivel anímico esto se vive de tal
manera que el niño siente que es importante para el adulto, lo que va
otorgándole confianza en el medio externo, que finalmente conlleva a poseer un
buen nivel de autoconfianza. Finalmente, la antroposofía plantea que es
fundamental que el infante vivencie su realidad según esta frase: “El mundo es
bueno”, donde pueda explorar, jugar y vivenciar de manera positiva y confiable
el mundo que lo rodea.
Segundo Septenio: 7 a 14 años.
Alrededor de los 6 años el niño comienza a perder sus
dientes de leche: esto nos indica el comienzo de cambio de septenio y que el
sistema nervioso del niño ya está desarrollado y listo para comenzar la
escolaridad. En este septenio se comienza a forjar el temperamento, el cual
puede ser colérico (fuego), sanguíneo (aire), melancólico (tierra), o flemático
(agua)…. ¿se acuerdan que lo hemos mencionado alguna vez? . Cada temperamento
tiene rasgos de comportamiento determinado, una forma de vincularse con el
mundo, de vivenciar las experiencias, entre muchas otras cualidades. Otro
aspecto fundamental de este septenio es la habilidad o posibilidad de comenzar
a adquirir hábitos, que abarcan más que dormir, comer o trabajar, sino que
pueden ser hábitos de respeto, de no criticar, de comprender y saber perdonar,
entre otros. Es fundamental entonces poder fomentar y cultivar estos hábitos,
tanto por parte de los padres como de los profesores. Alrededor de los 9 años
comienzan lo que se denomina los sentimientos del yo, lo que abre al niño hacia
un mundo de polaridades a partir del sentir: sentir simpatía y antipatía,
sentir el yo afuera y el yo adentro y de esta manera comenzar a experimentar
sentimientos. Esto puede diferenciarse claramente con los niños más pequeños,
donde todo es de todos: aquí comienzan los límites de la polaridad. Finalmente
es muy posible que haya una búsqueda espiritual, donde busque religiones para
buscar esa conexión, ese poder religar con lo que antes de encarnar estuvo
unido.
En este septenio la antroposofía plantea que a partir de
la menarquia y la primera polución, hay una diferenciación entre niños y niñas
en su comportamiento: ellas, las niñas, se ponen introvertidas, mientras que
ellos comienzan en una etapa de rebeldía. Recordemos también que Steiner es del
año 1900, por lo que hemos pasado por bastantes cambios socioculturales que
pueden marcar una diferencia hoy en día, pero en rigor ese es el planteamiento
descrito por la antroposofía. En esta etapa hay un énfasis en el pensar para
poder conocer el mundo: antes el niño solo hacía registros, mas ahora lo
procesa y lo debate más activamente. También comienzan a buscar conscientemente
a los amigos que quieren tener, estableciendo relaciones kármicas importantes.
Que los jóvenes posean una aproximación a la música también es muy común en
este ciclo, ya que lo hacen como una manera de religar con la espiritualidad de
forma más sutil. Un evento gatillante y fundamental es que a los 18 años y
medio ocurre el primer nodo lunar: estos son estancias cósmicas donde el sol,
la luna y la tierra están en la misma ubicación que cuando nacimos. Este nodo
nos trae un cuestionamiento de “¿qué vine hacer en esta vida?”. Esta inquietud
podría explicar la gran taza de disidencia de estudiantes universitarios de
primer año de esta edad, que entran en una carrera sin tener claro que quieren
hacer, cambiándose de elección hacia una más acorde con su vocación.
Cuarto Septenio. 21 a 28 años.
Este es un septenio de experimentación: de tener
experiencias variadas, tanto como diferentes viajes hasta diferentes trabajos.
Hay una búsqueda de validación a través de los amigos y de la carrera. Se hace
énfasis en la calma interior, donde, a través de ella, vamos a ir adueñándonos
de los espacios que habitamos. Esto quiere decir, que a través de un proceso de
estabilización, vamos a poder amoldarnos a los límites que vamos a ir
conociendo en este mundo que se abre, ya fuera de la escolaridad y de lo
conocido. A los 28 años comienza una crisis de los talentos, que es cuando cesa
la inspiración y comienza la transpiración. Esto quiere decir que los eventos
que antes universalmente se iban dando fácilmente, dejan de fluir, siendo
necesario más esfuerzo de parte de uno para lograr los objetivos. Recordemos
que los tres septenios anteriores eran los septenios corporales, donde estábamos
más protegidos y acompañados por la divinidad, mientras nuestra corporalidad se
iba desarrollando. En cambio en el cuarto septenio ya comenzamos los septenios
anímicos, donde es momento de hacerse cargo de la vida con lo forjado
anteriormente, a empoderarnos a partir de nuestro propio mérito y esfuerzo, ya
que ahora dependemos solamente de nosotros mismos, como si fuera un empujón del
universo hacia la adultez. Es un buen momento para plantearnos el cómo
vivenciamos al mundo y cómo nos vivenciamos a nosotros mismos, siguiendo el
planteamiento anterior de ir en un camino hacia la adultez y hacia el hacerse
cargo.
Quinto Septenio. 28 a 35 años.
En este septenio se sitúa lo que se denomina el lugar
kármico: es el situarse en el lugar exacto donde uno realiza aquello que vino a
hacer, conjunto a las personas con las que tenemos que llevarlo a cabo. Se
puede apreciar que este ciclo está en la mitad de los septenios del cuerpo y
del espíritu, lo cual produce una vivencia de Aquí Estoy Yo: se sitúa el ego terrenal
en la tierra y comienza una nostalgia por lo no vivido, pero al mismo tiempo
una apertura hacia la espiritualidad. Como se sitúa el ego terrenal en la mitad
del desarrollo corporal y espiritual, es muy difícil tratar adicciones después
de los 33 años. Esto es porque comienzan nuevas etapas en el desarrollo del ser
humano, donde se destaca la organización que tiene él en el mundo actual: es
así como la adicción forma a ser entonces parte de esta organización del yo
terrenal de la persona, siendo muy difícil de rehabilitar.
Sexto Septenio: 35 a 42 años.
Este septenio nos trae el segundo nodo lunar, el cual
llega a los 37 años. Esta vez nos hace cuestionarnos si estamos haciendo lo que
tenemos que hacer en esta vida: despierta, o nos remueve, el concepto de
autenticidad, que es el poder reconocer que hay problemas, que no somos
perfectos; nos permite asumir lo que está pasando alrededor de nosotros y poder
hacernos cargo de ello. En este periodo se vivencia frecuentemente el perdón
hacia los padres, y paralelo a estas vivencias comienza también el decaimiento
del cuerpo físico. La tarea fundamental es que nuestra alma no decaiga con el
cuerpo, sino empoderarnos con este proceso, de tal manera que lo tomemos como
una oportunidad: mi cuerpo decae, pero mi alma aflora, preparándonos para el
siguiente ciclo de septenios, el ciclo espiritual.
Séptimo Septenio: 42 a 49 años.
Aquí comienza el desarrollo de los septenios
espirituales, lo que nos trae fundamentalmente la habilidad de poder mirar más
de lejos las cosas, sin quedarnos atrapados en ella: se pueden separar los
hechos más fácilmente, con objetividad y desapego. El planeta Marte trae a este
septenio una energía movilizadora, que da fuerza para resolver inquietudes del
septenio anterior, abriendo nuevas vías de creatividad para responder si
estamos haciendo lo que tenemos que hacer. Otra energía creativa que se da de manera
paralela es el comienzo de la menopausia, que puede manifestarse
fundamentalmente en dos vías de creación: la primera, es los llamados aquí en
Chile “conchitos”, es decir la mujer tiene su último hijo a esta edad. O la
otra resolución hacia esta energía es el tener otras profesiones, otros
trabajos, crear proyectos, iniciar otras empresas, entre otras. Esto puede
entenderse también como un brote de energía creativa, que mantiene activa y
vigorosa a la persona, tanto hombre como mujer, en este septenio, lo cual
cabría como resolución del nodo lunar del septenio anterior. Finalmente ocurre
un contraste muy importante con la juventud, por lo que es común ver padres y
madres que comienzan a competir con sus hijos, para no vivenciar esta
decadencia corporal natural del ser humano.
Octavo Septenio: 49 a 56 años.
En esta etapa de nuestra vida surge una nueva
cordialidad, es decir, una nueva manera de que el corazón se vincula con el
mundo, fundamentado desde el compromiso y la compasión; ellas son nociones más
elevadas de vincularse, las cuales nos demuestran la presencia del espíritu en
esta etapa de vida. Aquí uno se entrega hacia el otro, ya que en el pasado nos
estábamos formando para poder hacerlo en su totalidad. A los 55 años y medio
ocurre el tercer nodo lunar, que nos presenta una energía de introspección
hacia dos puertas de autoconocimiento: la primera es el cuestionamiento de que
si hicimos lo que teníamos que hacer, y la segunda es qué podemos hacer
todavía.
Noveno Septenio: 56 a 63 años.
En este septenio es frecuente una búsqueda hacia la
soledad, posiblemente impulsado por la energía de Saturno, que trae su
sabiduría espiritual y guía. Esto nos permite también hacer una síntesis de lo
vivido en los anteriores septenios. Saturno también nos da la energía de
contactarnos con la manifestación del espíritu en la tierra. Dos crisis pueden
ser fundamentales en este septenio: la primera es a nivel de los vínculos:
conflictos en la sociedad que conformamos nuestra biografía, tanto familia,
hijos, compañeros. Si los conflictos que surgen aquí, por ejemplo, como la
partida de los hijos de la casa, no son superados, una depresión puede
manifestarse. La segunda crisis deviene, de una apertura de conciencia por el
espíritu, que llama a despertar, manifestándose en la búsqueda de la justicia,
la verdad, de la libertad, o de la fraternidad. De esta forma, lo que busca
este despertar espiritual, es poder manifestarse en la persona a través de la
acción, de la presencia, de la voluntad, para que así pueda estamparse en la
vida de la persona de forma activa, desplegándose en su día a día: superar las
crisis biográficas anteriores, va a ser imperativo para que pueda manifestarse
el espíritu sin ataduras ni temores; sin conflictos actuales en nuestra
existencia terrenal, para poder así desarrollar la esencia espiritual.
Décimo Septenio: 63 a 70 años.
Décimo Septenio: 63 a 70 años.
Undécimo Septenio: 70 a 77 años.
Duodécimo Septenio: 77 a 84 años.
Decimotercero Septenio: 84 a 91 años…..